Martha Matilda Harper
Esta historia
es extraordinaria, y no puede quedar en el olvido. Si no la recordarnos se
corre el riesgo de no valorar todo lo que hizo esta mujer que fue algo
extraordinario, ella invento y logro, que no fue nada más y nada menos que los
salones de belleza tal y como están hoy en día, y la forma más exitosa de
negocios que hay hoy en día, que son las franquicias, que cambio el mundo de
los negocios.
Y esto lo logro esta mujer, sin
estudios, sin preparación sin medios económicos, es para mí una mujer digna de
admiración, una mujer sabia adelantada a su tiempo, que nos abrió el camino a
todas las Esteticistas y creo que se merece que todas las profesionales la
conozcamos, la admiremos y la tengamos como un referente.
Su Historia
Había nacido en Ontario, Canadá en 1857, y fue su
padre la mandó al a que trabajara como sirvienta para un tío, su esposa y dos
tías más.
De niña tuvo que asumir así la pesada carga de
ocuparse de la casa y de la granja para enviarle su exiguo salario a su
familia.
A los 12 años tuvo la suerte de ser empleada en la
casa de un doctor, pues con él aprendió.
El doctor
No se sabe el nombre del doctor con el que trabajó,
pero sí que él compartió con ella sus conocimientos sobre anatomía,
particularmente en lo pertinente al cabello.
Le enseñó la fisiología del pelo y la importancia de
estimular el flujo de sangre al cuero cabelludo; le explicó que mantener el
pelo limpio era esencial para mantenerlo bello y sano, en una época en la que
la idea de lavárselo a menudo era casi revolucionaria.
Además, le entregó en su lecho de muerte la
fórmula de un tónico secreto hecho de hierbas que debía "frotarse
vigorosamente en el cuero cabelludo", después de haberse "cepillado
el pelo con espuma de jabón de Castilla", para luego "enjuagarlo con
agua tibia".
Todo eso lo hacía, y desde entonces
y por siempre llevó orgullosa su abundante pelo castaño que caía en cascada
hasta casi tocar el suelo... una melena que jugaría un rol clave en su
trayectoria.
Martha Matilda aún tendría que
trabajar como empleada doméstica durante varios años más, hasta reunir el
dinero necesario para poner en marcha el emprendimiento que la haría famosa.
El pelo sucio se lava en casa
Para entonces, Harper tenía 25 años y, en su nuevo
lugar de trabajo, tras hacer sus labores domésticas, manufacturaba su tónico.
Pronto, no sólo a su jefa sino también a sus
adineradas amigas empezaron a gozar de sus tratamientos de belleza.
Harper, además, atendía a cuanta clase estuviera
abierta a las mujeres, para obtener la educación que nunca estuvo a su alcance
Martha Matilda Harper sintió que los químicos en
el champú para el cabello y otros productos eran más dañinos que buenos.
Desarrolló su propio tónico para el cabello en su tiempo libre y eventualmente
ahorró lo suficiente como para abrir su Negocio.
encontró el local en el que establecería su salón,
pero se topó con un gran obstáculo: de por sí, el hecho de que una mujer que
quisiera abrir un negocio ya era alarmante, pero que ese negocio fuera un
salón de belleza, se pasaba de la raya.
ninguna mujer respetable -le dijeron- acudiría a un
sitio como el que ella tenía en mente, y ningún edificio respetable alojaría
tal negocio.
Pero Harper sabía que necesitaba que su salón
estuviera en el más respetable de los edificios, así que tuvo que convencer al
arrendador de que su establecimiento no atraería a "zorras y prostitutas".
En 1888 finalmente había logrado
ahorrar suficiente dinero para poder realizar su sueño: abrir un salón de
belleza público.
En esa época, se temía que un salón
de belleza atraería a gente indeseable. Pero los salones de Harper hicieron
todo lo contrario. En esta foto se ve a dos especialistas del salón haciendo un
tratamiento. Usó su propio cabello hasta el suelo como un anuncio de su método
de belleza, que encerraba la idea de higiene y nutrición.
La gran innovación
Con un contrato de arrendamiento renovable cada mes, puso
una foto de sí misma con su largo cabello suelto, para mostrar los resultados
que el uso de sus productos y atención podría producir, y abrió
las puertas del Harper. Hair Parlour
Aunque inicialmente tuvo problemas para atraer
clientela, se las ingenió para cambiar la situación con tal éxito que dos años
más tarde tenía mujeres de la alta sociedad rogándole que hiciera algo para
poderlas atender en otras ciudades.
Harper inventó la primera butaca reclinable e
inició el concepto del «salón» profesional. Anteriormente, los peluqueros
visitaban a los clientes en privado, en sus hogares.
Clientela estrella
En el apogeo
de su éxito, los salones de Harper sumaron más de 500, junto con una cadena de
escuelas de capacitación.
La popularidad del Método Harper fue confirmada por
una ilustre clientela que representaba a la élite política y cultural de
Estados Unidos: Woodrow Wilson, Susan B. Anthony, Calvin y Grace Coolidge,
Jacqueline Kennedy, Helen Hayes y otros.
Desde un principio, Harper había optado por contratar
asistentes que fueran mujeres como ella, de orígenes humildes y clase
trabajadora, acostumbradas a servir y trabajar duro.
Su gran idea fue que conseguir mujeres con ese mismo
perfil, para que se pusieran a la cabeza de salones que deberían ser idénticos
al suyo.
Pero, fiel a su convicción de que la independencia
económica era clave para la liberación de las mujeres, no las hizo sus
empleadas: las hizo dueñas de sus negocios.
Así, se convirtió en pionera del emprendimiento
social.
Desarrolló además otras políticas innovadoras, que
incluyen lo que ahora llamamos horario flexible, participación en las
ganancias, cuidado infantil en el lugar de trabajo y tiempo libre remunerado.
Pero, antes de que se nos pase por alto, lo que
concibió fue el modelo de negocio por el que merece crédito: la primera
operación franquicia minorista moderna.
Y lo hizo dándole el sentido correcto a la palabra
franquicia, que proviene del francés y y literalmente significa "liberarse
de la servidumbre".
Todo empezó con dos salones inaugurados en 1891, que
con el tiempo llegaron a ser 500, ubicados en ciudades de EE. UU., Centro
América, Europa y Asia.
Sus asociadas, conocidas como "Harperitas",
estudiaban el "método Harper", que comprendía higiene, nutrición y
ejercicio, en uno de los 5 centros de entrenamiento.
El cometido de los salones de Harper, cuyo ambiente
debía ser sereno y privado, era resaltar la belleza interior de los clientes
promoviendo una piel y cabello saludables y reduciendo el estrés de la vida
cotidiana.
En ellos utilizaban una línea completa de productos de
belleza 100% naturales y hechos en sus propios laboratorios.
Y el énfasis en la atención al cliente, en el cuidado
de su bienestar, incluso la llevó a inventar una silla que se
reclinaba y un lavabo con una muesca en el cuello para garantizar su comodidad
durante el lavado y masajeado de su cabezas.
Para que
el agua con jabón no le cayera a sus clientes en la cara, Harper inventó esta
silla y el lavabo. (Imagen cortesía de The Martha Matilda Harper
Collection, Rochester Museum & Science Center, Rochester, NY).
Precisamente
esa silla y lavabo que hoy en día encuentras en los salones de
belleza.
Las Harperitas se comprometían a usar exclusivamente
sus productos, a replicar su filosofía y a compartir sus ganancias con ella.
A cambio,
recibían -además del entrenamiento- equipos y publicidad, y el derecho de usar
una marca que cada vez se hacía más valiosa. Todos los productos que se
utilizaban en los salones Harper estaban pensados para promover la salud. (Imagen cortesía de The Martha Matilda Harper Collection, Rochester Museum
& Science Center, Rochester, NY).
Destacados miembros de la sociedad internacional
acudían a sus salones a recibir masajes de cuello, hombros y cabeza, y todos
los servicios de peluquería, así como otros varios tratamientos de belleza.
Cuentan que mientras negociaba el Tratado de
Versalles, el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson viajaba a París
todas las noches al salón Harper para que le masajearan el cuero
cabelludo.
La actriz
Helen Hayes era una de sus clientas leales.
Los clientes leales de Harper incluían miembros de la
familia real británica, el Káiser alemán, la actriz Helen Hayes, Rose y Joseph
Kennedy, y más tarde, Jacqueline Kennedy y Lady-Bird Johnson.
En su momento de apogeo, en la red de salones Harper
"no se ocultaba el Sol".
Pero eso no era precisamente lo que hacía feliz
Para ella, "el gran logro del Método
Harper no consiste en la gran cantidad de nuestros
salones(...)El gran logro del imperio Harper son las mujeres
que lo han hecho", según consignó en el boletín de la compañía en
1926.
El gran logro La franquicia
El mayor logro
de Harper fue desarrollar un sistema de franquicias en 1891. Ella creó una red
de salones que ofrecían servicios y productos duplicados.
Cada
salón estaba dirigido por una mujer entrenada en el «Método Harper» de belleza,
pero los franquiciados tenían sus propios salones. Harper inspeccionó las
franquicias, brindó capacitación y seguros grupales, y los apoyó con campañas
publicitarias mundiales.
Y lo hizo varias décadas antes de que McDonald's
empezara su camino a la globalización, Martha Matilde Harper ya había
ideado y puesto en práctica con éxito el modelo al que hoy estamos tan
acostumbrados: ese que nos ofrece lo mismo en cualquier lugar del mundo.
Piensa en las cafeterías Starbucks, las tiendas de
ropa Zara, la cadena de hoteles Hilton, los restaurantes de sándwiches Subway y
podrás apreciar cuán influyente fue su idea.
Todos creen y yo tambien lo creía, y admiraba por
ello, que el creador de las franquicias (una de las formas de comercio con las
que más familiarizados estamos), fue Ray Kroc el creador del Macedonas, y
que a partir de su descubrimiento, se crearon las demás franquicias que existen
en estos momentos.
Pero no fue así, esta metodología que son las
Franquicias las creo esta fantástica mujer Martha Matilda Harper.
Desarrollando un influyente régimen de belleza e
innovó en las prácticas comerciales creando el primer sistema de franquicias de
salones de Belleza propiedad independiente en los Estados Unidos y Europa.
Legado de negocios de franquicias
Cuando Harper murió en 1950, sus salones tenían una gran reputación como
experta en belleza y como empresaria.
"Saber de dónde venimos nos
motiva a saber hacia dónde queremos ir."
Martha Matilda
Harper nos ha abierto el camino a todas las esteticistas.
Creo unas bases
muy sólidas de excelencia, valores y principios, donde las Esteticistas nos
apoyamos, y seguimos su legado.
Ella fue una
gran mujer inteligente emprendedora, trabajadora, visionaria, que supo en esos
tiempos romper muchas barreras de la sociedad, y lucho mucho para conseguir su
SUEÑO.
Gracias Martha
Matilda Harpera, las Esteticistas nos identificamos contigo seguimos lo que tu
empezaste con ilusión, pasión y mejorando nuestros centro cada dia,
como mejorándonos nosotras, porque como TU somos grandes mujeres,
excelentes profesionales y magnificas empresarias.
Todas tenemos
un gran sueño, Empoderar a las mujeres, que se sientan guapas por dentro y por
fuera. trabajar en lo que creemos y nos apasiona al crear nuestros negocios de
estética, y que este nos aporte el dinero que necesitamos para vivir
la vida que queremos y deseamos.
GRACIAS, Martha
Matilda Harpera
Espero que os
haya servido y gustado
Un gran saludo
Rosa Diaz Coach
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