¡¡¡FACINANTE!!! La primera Esteticista Emprendedora de la Historia.

 








Martha Matilda Harper 

                                    

Esta historia es extraordinaria, y no puede quedar en el olvido. Si no la recordarnos se corre el riesgo de no valorar todo lo que hizo esta mujer que fue algo extraordinario y asignarles a otras personas todo lo que ella invento y logro, que no fue nada más y nada menos que los salones de belleza tal y como estan hoy en día, y la forma más exitosa de negocios que hay hoy en día, que son las franquicias, que cambio el mundo de los negocios.

Y esto lo logro esta mujer, sin estudios, sin preparación sin medios económicos, es para mi una mujer digna de admiración una mujer sabia adelantada a su tiempo, que nos abrió el camino a todas las Esteticistas y creo que se merece que todas las profesionales la conozcamos, la admiremos y la tengamos como un referente.

 

Su Historia

Había nacido en Ontario, Canadá en 1857, y fue su padre quien la mandó al pueblo que más tarde se llamaría Rochester -hoy la 2ª economía más grande del estado de Nueva York, EE. UU, a que trabajara como sirvienta para un tío, su esposa y dos tías más.

De niña tuvo que asumir así la pesada carga de ocuparse de la casa y de la granja para enviarle su exiguo salario a su familia.

A los 12 años tuvo la suerte de ser empleada en la casa de un doctor, pues con él aprendió las bases de lo que la llevaría amasar una fortuna.

Pero hablar de suerte le restaría mérito al logro de Harper, vio la oportunidad y la aprovechó, pues nada habría sucedido si ella no hubiera forjado un plan y trabajado con ahínco para hacerlo realidad.

El doctor

No se sabe a ciencia cierta el nombre de aquel doctor con el que trabajó, pero sí que él compartió con ella sus conocimientos sobre anatomía, particularmente en lo pertinente al cabello.

Le enseñó la fisiología del pelo y la importancia de estimular el flujo de sangre al cuero cabelludo; le explicó que mantener el pelo limpio era esencial para mantenerlo bello y sano, en una época en la que la idea de lavárselo a menudo era casi revolucionaria.

Además, le entregó en su lecho de muerte la fórmula de un tónico secreto hecho de hierbas que debía "frotarse vigorosamente en el cuero cabelludo", después de haberse "cepillado el pelo con espuma de jabón de Castilla", para luego "enjuagarlo con agua tibia".

Todo eso lo hacía, y desde entonces y por siempre llevó orgullosa su abundante pelo castaño que caía en cascada hasta casi tocar el suelo... una melena que jugaría un rol clave en lo que estaba por venir.

Martha Matilda aún tendría que trabajar como empleada doméstica durante varios años más, hasta reunir el dinero necesario para poner en marcha el emprendimiento que la haría famosa.

El pelo sucio se lava en casa

Para entonces, Harper tenía 25 años y, en su nuevo lugar de trabajo, tras hacer sus labores domésticas, manufacturaba su tónico.

Pronto, no sólo a su jefa sino también a sus adineradas amigas empezaron a gozar de sus tratamientos de belleza.

Harper, además, atendía a cuanta clase estuviera abierta a las mujeres, para obtener la educación que nunca estuvo a su alcance

 Martha Matilda Harper sintió que los químicos en el champú para el cabello y otros productos eran más dañinos que buenos. Desarrolló su propio tónico para el cabello en su tiempo libre y eventualmente ahorró lo suficiente como para abrir su Negocio.

 

Desafortunadamente se enfermó por agotamiento.

Quedó al cuidado de una mujer llamada Helen Smith, fiel de la ciencia cristiana, un sistema de creencias religiosas y espirituales establecido en el siglo XIX que enfatizaba en la buena salud y el empoderamiento de las mujeres.

Harper adoptó esa filosofía que se vería reflejada en su empresa.

Una vez recuperada, encontró el local en el que establecería su salón, pero se topó con un gran obstáculo: de por sí, el hecho de que una mujer que quisiera abrir un negocio ya era alarmante, pero que ese negocio fuera un salón de belleza, se pasaba de la raya.

En ese entonces, así como la ropa, el pelo sucio se lavaba en casa... si es que se lavaba: ninguna mujer respetable -le dijeron- acudiría a un sitio como el que ella tenía en mente, y ningún edificio respetable alojaría tal negocio.

Pero Harper sabía que necesitaba que su salón estuviera en el más respetable de los edificios, así que tuvo que convencer al arrendador de que su establecimiento no atraería a "zorras y prostitutas".

En 1888 finalmente había logrado ahorrar suficiente dinero para poder realizar su sueño: abrir un salón de belleza público. 

En esa época, se temía que un salón de belleza atraería a gente indeseable. Pero los salones de Harper hicieron todo lo contrario. En esta foto se ve a dos especialistas del salón haciendo un tratamiento. Usó su propio cabello hasta el suelo como un anuncio de su método de belleza, que encerraba la idea de higiene y nutrición.


            


La gran innovación

Con un contrato de arrendamiento renovable cada mes, la hasta entonces sirvienta puso una foto de sí misma con su largo cabello suelto, para mostrar los resultados que el uso de sus productos y atención podría producir, y abrió las puertas del Harper. Hair Parlour

 Aunque inicialmente tuvo problemas para atraer clientela, se las ingenió para cambiar la situación con tal éxito que dos años más tarde tenía mujeres de la alta sociedad rogándole que hiciera algo para poderlas atender en otras ciudades.

 Harper inventó la primera butaca----- reclinable e inició el concepto del «salón» profesional. Anteriormente, los peluqueros visitaban a los clientes en privado, en

sus hogares. 

Clientela estrella


En el apogeo de su éxito, los salones de Harper sumaron más de 500, junto con una cadena de escuelas de capacitación.

La popularidad del Método Harper fue confirmada por una ilustre clientela que representaba a la élite política y cultural de Estados Unidos: Woodrow Wilson, Susan B. Anthony, Calvin y Grace Coolidge, Jacqueline Kennedy, Helen Hayes y otros. Desde un principio, Harper había optado por contratar asistentes que fueran mujeres como ella, de orígenes humildes y clase trabajadora, acostumbradas a servir y trabajar duro.

Su gran idea fue que conseguir mujeres con ese mismo perfil, para que se pusieran a la cabeza de salones que deberían ser idénticos al suyo.

Pero, fiel a su convicción de que la independencia económica era clave para la liberación de las mujeres, no las hizo sus empleadas: las hizo dueñas de sus negocios.

Así, se convirtió en pionera del emprendimiento social.

Desarrolló además otras políticas innovadoras, que incluyen lo que ahora llamamos horario flexible, participación en las ganancias, cuidado infantil en el lugar de trabajo y tiempo libre remunerado.

Pero, antes de que se nos pase por alto, lo que concibió fue el modelo de negocio por el que merece crédito: la primera operación franquicia minorista moderna.

Y lo hizo dándole el sentido correcto a la palabra franquicia, que proviene del francés y y literalmente significa "liberarse de la servidumbre".

Harper Inc.

Todo empezó con dos salones inaugurados en 1891, que con el tiempo llegaron a ser 500, ubicados en ciudades de EE. UU., Centro América, Europa y Asia.

Sus asociadas, conocidas como "Harperitas", estudiaban el "método Harper", que comprendía higiene, nutrición y ejercicio, en uno de los 5 centros de entrenamiento.

El cometido de los salones de Harper, cuyo ambiente debía ser sereno y privado, era resaltar la belleza interior de los clientes promoviendo una piel y cabello saludables y reduciendo el estrés de la vida cotidiana.

En ellos utilizaban una línea completa de productos de belleza 100% naturales y hechos en sus propios laboratorios.

Y el énfasis en la atención al cliente, en el cuidado de su bienestar, incluso la llevó a inventar una silla que se reclinaba y un lavabo con una muesca en el cuello para garantizar su comodidad durante el lavado y masajeado de su cabezas.

 Para que el agua con jabón no le cayera a sus clientes en la cara, Harper inventó esta silla y el lavabo. (Imagen cortesía de The Martha Matilda Harper Collection, Rochester Museum & Science Center, Rochester, NY).


                    


Precisamente esa silla y lavabo que hoy en día encuentras en los salones de belleza.

Las Harperitas se comprometían a usar exclusivamente sus productos, a replicar su filosofía y a compartir sus ganancias con ella.

A cambio, recibían -además del entrenamiento- equipos y publicidad, y el derecho de usar una marca que cada vez se hacía más valiosa. Todos los productos que se utilizaban en los salones Harper estaban pensados para promover la salud. (Imagen cortesía de The Martha Matilda Harper Collection, Rochester Museum & Science Center, Rochester, NY).

 Destacados miembros de la sociedad internacional acudían a sus salones a recibir masajes de cuello, hombros y cabeza, y todos los servicios de peluquería, así como otros varios tratamientos de belleza.

Cuentan que mientras negociaba el Tratado de Versalles, el presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson viajaba a París todas las noches al salón Harper para que le masajearan el cuero cabelludo.

La actriz Helen Hayes era una de sus clientas leales.

Los clientes leales de Harper incluían miembros de la familia real británica, el Káiser alemán, la actriz Helen Hayes, Rose y Joseph Kennedy, y más tarde, Jacqueline Kennedy y Lady-Bird Johnson.

En su momento de apogeo, en la red de salones Harper "no se ocultaba el Sol".



Pero eso no era precisamente lo que hacía feliz

Para ella, "el gran logro del Método Harper no consiste en la gran cantidad de nuestros salones(...)El gran logro del imperio Harper son las mujeres que lo han hecho", según consignó en el boletín de la compañía en 1926. 

El gran logro La franquicia

El mayor logro de Harper fue desarrollar un sistema de franquicias en 1891. Ella creó una red de salones que ofrecían servicios y productos duplicados.

 Cada salón estaba dirigido por una mujer entrenada en el «Método Harper» de belleza, pero los franquiciados tenían sus propios salones. Harper inspeccionó las franquicias, brindó capacitación y seguros grupales, y los apoyó con campañas publicitarias mundiales.

Y lo hizo varias décadas antes de que McDonald's empezara su camino a la globalización, Martha Matilde Harper ya había ideado y puesto en práctica con éxito el modelo al que hoy estamos tan acostumbrados: ese que nos ofrece lo mismo en cualquier lugar del mundo.

Piensa en las cafeterías Starbucks, las tiendas de ropa Zara, la cadena de hoteles Hilton, los restaurantes de sándwiches Subway y podrás apreciar cuán influyente fue su idea.

Todos creen y yo tambien lo creía, y admiraba por ello, que el creador de las franquicias (una de las formas de comercio con las que más familiarizados estamos),  fue Ray Kroc el creador del Macedonas, y que a partir de su descubrimiento, se crearon las demás franquicias que existen en estos momentos.

Pero no fue así, esta metodología que son las Franquicias las creo esta fantástica mujer Martha Matilda Harper.

Desarrollando un influyente régimen de belleza e innovó en las prácticas comerciales creando el primer sistema de franquicias de salones de Belleza propiedad independiente en los Estados Unidos y Europa.

 

Legado de negocios de franquicias
Cuando Harper murió en 1950, sus salones tenían una gran reputación como experta en belleza y como empresaria.

 

                        


"Saber de donde venimos es tener mas claro   saber hacia donde vamos."

Martha Matilda Harper nos ha abierto el camino a todas las esteticistas.

Creo unas bases muy solida de excelencia, valores y principios, donde las Esteticistas nos  apoyamos, y seguimos sus legado.

Ella fue una gran mujer inteligente emprendedora, trabajadora, visionaria, que supo en esos tiempo romper muchas barreras de la sociedad, y lucho mucho para conseguir  su SUEÑO.

Gracias Martha Matilda Harpera,   las Esteticistas nos identificamos contigo seguimos lo que tu empezaste con ilusión, pasión y  mejorando nuestros centro cada dia, como mejorándonos nosotras, porque como TU somos grandes mujeres, excelentes profesionales y magnificas empresarias.

Todas tenemos un gran sueño, Empoderar a las mujeres, que se sientan  guapas por dentro y por fuera. trabajar en lo que creemos y nos apasiona  al crear nuestros negocios de estética, y  que este nos aporte el dinero que necesitamos para vivir la vida que queremos y deseamos.

GRACIAS GRACIAS GRACIAS POR SER LA PRIMERA Martha Matilda Harpera

Espero que os haya servido y gustado 

Un gran saludo Rosa Diaz Coach

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