Una historia
Enternecedora de Los Reyes Magos
Como cada día, el padre se dispuso a
escuchar lo que su hija le contaba de sus actividades en la escuela, cuando
ella, en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- Padre?
- Sí, hija, dime.
- Quiero... que me digas la verdad.
- Claro, hija, siempre te la digo-respondió el padre un poco sorprendido.
- Es que... -Dudó Blanca.
- Dime, hija, di.
- Padre, existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo y miró a su mujer, intentando descubrir el
origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como
el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia ella y, tragando
saliva le preguntó:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé padre, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen
porque tú no me engañas, pero, como las niñas dicen eso ...
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero ...
- Entonces es verdad? -Cortó la niña con los ojos humedecidos-. Me habéis
engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que
existen-respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo, padre.
- Siéntate, Blanca, y escucha esta historia que voy a explicarte porque ya ha
llegado la hora que puedas comprender-dijo el padre, señalándole una silla a su
lado.
Blanca se sentó entre sus padres, ansiosa de escuchar aquella historia que la
haría salir de dudas.
Cuando el niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una
gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en
prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz
que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- & Ess maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a
todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- Oh, sí! -Exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No
seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en
el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros
con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos
magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo
entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito ...
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su
deseo. Pero el Niño Jesús, que desde su cuna escuchaba muy atento, sonrió y su
voz se oyó en el portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Os
ayudaré a realizar vuestro hermoso deseo. Decid: ¿qué hace falta para poder
llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh! necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno por cada niño para
poder llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos. Pero no podemos
tener tantos pajes, no hay tantos.
- No os preocupéis por eso-dijo el Niño-. Yo os voy a dar, no uno sino dos
pajes para cada niño que hay en el mundo.
- Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -Dijeron a la vez los tres Reyes
con cara de sorpresa y admiración.
- Diga, no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a
los niños?
- Sí, claro, eso es fundamental - respondieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí,-respondieron los tres cada vez más entusiasmados.
- Pues diga, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los
conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y comenzaron a comprender lo que el Niño
Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:
- Así pues, en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente y para que todos los
niños pequeños del mundo reciban algún regalo, ordeno que en Navidad,
conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes,
y que en el su nombre y de su parte, hagan a sus hijos los regalos que deseen.
Cuando los niños sean suficientemente grandes para entender esto, los padres
les contarán esta historia y, a partir de entonces, todas las Navidades, los
niños harán también regalos a sus padres en prueba de afecto, y recordarán que
gracias a los Tres Reyes Magos, todos son más felices.
Cuando el padre hubo terminado de contar la historia, Blanca, levantándose, los
besó a ambos y les dijo:
- Ahora sí lo entiendo, padre. Estoy muy contenta de saber que me queréis y que
no me habéis engañado.
Fue a su habitación y enseguida volvió con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para comprar algún regalo, pero para el año que
viene ya guardaré más dinero.
Y los tres se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes
Magos contemplaban la escena orgullosamente satisfechos.
Una linda historia con Espíritu de Navidad
espero y deseo que os haya gustado.
Con todo mi cariño desearos que los reyes os vengan cargado.
Rosa Diaz Coach
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